En pocas palabras Metallica vino, vio y venció. Así de corto y rápido. Así de corta fue la visita y así de rápido fue que partieron tocando, a las 21:20 horas ante un enardecido Club Hípico, con uno de sus viejos caballitos de batalla, "Creeping death", tocada a mil por hora y provocando un efecto como si hubieran estallado petazetas en los pies de las 54 mil personas presentes. Pero pongámosle "pausa" a la escena porque el día de Metallica en Chile no había partido ahí, sino unas horas antes.
LLEGADA CON PROBLEMAS
En efecto, partió con un percance. Tras aterrizar en el aeropuerto cerca de las 17 horas, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) los retuvo en un trámite que tomó más de una hora. La razón: un plátano que un inocente asistente se trajo de Córdoba, Argentina. Recién a las 18:30 pudieron zafar para trasladarse al Club Hípico. A tiempo para no hacer peligrar el show, pero los damnificados fueron algunos medios, entre ellos Terra, que iban a entrevistar al grupo antes del concierto pero no pudimos ante el recorte de tiempo por este imponderable. Para la otra será.
YA EN EL SHOW
A las 21:20, casi una hora después de la correcta presentación de los teloneros Criminal, fue el preciso momento que se describe al inicio de esta nota. Así que ponemos "play" de nuevo en ese golpe directo al mentón hecho canción, que avisó que Metallica estaba en Chile y con ganas de chasconearlos a todos.
La primera parte se basó en temas principalmente de sus dos primeros discos, como "The four horsemen" y la épica "Fade to black". Siguió una serie de canciones de su último disco "Death magnetic" y luego el escenario en negro y sonidos de batalla, que anticipaban la inminente "One", una de sus canciones más emblemáticas y uno de los puntos más altos de la jornada. Otro de ellos fue "Master of puppets", durante el cual los gritos de "Master! Master!" de parte del público hicieron retumbar el recinto y seguramente varias cuadras a la redonda. En estos temas y otros más adelante, el grupo se valió de recursos escénicos como llamaradas de fuego escupidas desde el escenario. Y otros fuegos, pero de artificio, lanzados al cielo.
A la hora del bis, sorprendieron con el cover de "Blitzkrieg", del viejo grupo inglés del mismo nombre. "Whiplash" y "Seek and destroy" bajaron el telón. Al final, Hetfield se mandó un "¡Metallica ama Santiago!" en español, mientras Lars Ulrich (batería) prometió volver más seguido sin esperar otra vez 11 años.
Metallica fue principalmente adrenalina y levantar el puño. No es que estén en el mejor momento de su carrera (todos sabemos cuál es ese) ni tocando mejor que nunca, pero se siente ese nuevo aire que tomaron tras salir de esa famosa crisis de principios de la década. Y el torrente de energía entre ellos y el público compensó cualquier cosa. El show, de hecho, fue mejor que el que dieron en 1999. Mucho "blablá" se teje en torno al grupo, que lo de antes, que lo de ahora, que Cliff Burton, que el dinero y todas esas historias. Muchas de ellas ciertas, en todo caso. Pero a la hora que vienen, sólo pesa una cosa: es Metallica. Y en vivo siempre es toda una experiencia.
El Club Hípico, a todo esto, estrenó sus puertas ampliadas, parte de los arreglos que pretenden hacer del lugar un mejor espacio para conciertos masivos. Se vieron mejoras en el flujo de gente en la entrada y salida.
DESMANES
El grupo y el público quedó con cara contenta, pero los que quedaron con la cara triste fueron 120 detenidos por Carabineros, tras disturbios en el exterior provocados por personas que querían ingresar sin entrada y no hallaron nada mejor que subirse a techos de casas cercanas para ver desde donde fuera. La presencia policial causó enfrentamientos que dejaron dos civiles y un carabinero herido. Además se registraron robos a vehículos, piedrazos a algunas casas y saqueos a algunos pequeños locales comerciales, de parte de delincuentes que nada tienen que hacer en un concierto.
De todos modos, estos indeseables acontecimientos no alcanzaron a opacar una jornada llena de rock en uno de los tres enclaves del "súper martes" musical en la capital, completado con The Cranberries en el Movistar Arena y Joaquín Sabina en Espacio Riesco. Fuimos a todos, por cierto, así que nadie podrá sentirse discriminado.
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