Precisamente en los días en que en Francia la experiencia del Frente Popular dejaba crudamente al descubierto todas sus traiciones a los intereses de la clase obrera, las masas trabajadoras de Chile caían a su vez bajo la sugestión del lastimoso engaño stalinista sin sospechar siquiera que ese triunfo que hoy celebran como suyo, no es más que el de las fuerzas reaccionarias y fascistas que ellos mismos creen haber vencido, dando un paso adelante en el camino hacia su liberación definitiva.
El Frente Popular, que acaba de triunfar en Chile, no es el primero formado en la América del Sur. Esa prioridad corresponde al que se organizó en el Brasil en 1935, bajo el nombre de Alianza Nacional Libertadora, encabezada por el dirigente stalinista Luis Carlos Prestes. Lanzada al aventurerismo político, la Alianza Nacional Libertadora del Brasil dirigió un levantamiento putschista en noviembre de 1935, el que provocó su aplastamiento y dio origen a la actual dictadura de Getulio Vargas. La experiencia de Chile, que es la segunda en su género en este continente, ha seguido un camino distinto, pero su fin no ha de serlo, y tarde o temprano, puede dar origen a una nueva dictadura, esta vez del general Carlos Ibáñez del Campo, ex tirano de su país y aspirante a volver a serlo.
La victoria del frente popular ¿es un triunfo de la izquierda? Así lo dicen sus propiciadores y lo proclama la demagogia de sus dirigentes. Sin embargo, si se examina detenidamente la historia de su formación y el carácter de sus componentes, se verá con toda crudeza que la victoria del Frente Popular no es más que el triunfo de la reacción, a pesar de toda la vaga palabrería demagógica con que tratan de ocultarlo sus jefes con el propósito de seguir engañando a las masas trabajadoras y conseguir que éstas, instigadas por sus enormes traidores “socialistas” y “comunistas”, sigan creyendo en ellos y se preste a maquinaciones que, al final, no van sino a favorecer a sus peores enemigos.
El Frente Popular tuvo en Chile una gestación larga. Su origen data de principios del año de 1936 y tuvo como precedente un bloque de izquierda formado por diversos partidos como el Radical Socialista, el Socialista y la titulada Izquierda Comunista de Hidalgo, pretendido “trotskista”, hoy entregado a la reacción y miembro entusiasta del Frente Popular. Más tarde esa combinación se completó con la participación de los stalinistas y el Partido Radical, que hasta entonces había colaborado en el gobierno del actual presidente Alessandri y que vaciló largamente entre seguir apoyándolo o ingresar en el Frente Popular, lo que es una clara expresión de su posición “izquierdista”.
Organizado sobre esa base, el Frente Popular, que tenía como lema “Chile para los chilenos”, análogo al adoptado por los fascistas franceses: “Francia para los franceses”, se encontró ante el problema de hallar un representante que satisfaciera a los distintos partidos que lo componían, para oponerlo al candidato oficial Ross Santamaria. Esto no fue tarea fácil. El jefe del Frente Popular era el coronel Marmaduke Grove, líder del Partido Socialista y ex dirigente de un levantamiento que pretendía ser de esa tendencia, que triunfo en Chile por 20 días en 1931. El coronel Grove es en ese país la figura de izquierda más popular y su nombre lógicamente debía haber sido levantado en esta oportunidad como candidato a la presidencia. Sin embargo, las cosas ocurrieron de otra manera.
A fines del año pasado llegó a Chile, después de haber permanecido largos años desterrado en la Argentina, el ex-dictador General Carlos Ibañez del Campo, masacrador de obreros y viejo instrumento del imperialismo yanqui, quien el año de 1931 había huido de su país corrido por un movimiento popular que lo derrocó del gobierno. Tan pronto como arribó a Santiago, el General Ibañez fue proclamado candidato presidencial por el partido nascista, la extrema derecha de Chile, conocida también con el nombre de Movimiento Nacional Socialista. El general Ibañez aceptó y desde entonces se transformó en abanderado del nascismo, movimiento que un tiempo atrás había roto con los alemanes del sur y se ofrecía ahora para servir a los intereses yanquis comprendiendo que es la única forma que se les presenta para llegar al poder en Chile. Enseguida, por increíble que parezca, también algunos partidos del Frente Popular lo consideraron digno de ser candidato. Tal fue el caso del Radical Socialista y una fuerte corriente dentro del Partido Socialista, la que se separó de éste y se organizó bajo el nombre de Unión Socialista. Los mismos stalinistas dieron un manifiesto señalando el nombre del general Ibañez como el más indicado para ser opuesto al candidato oficial Ross Santamaria.
A pesar de todas estas sorprendentes decisiones, Ibañez levantaba una enorme resistencia entre las masas trabajadoras de Chile, que no habían olvidado su acción antiproletaria, con lo que se veía destruida la maniobra común de fascistas y stalinistas. Estos últimos, temiendo por tal paso perder la influencia que aún les quedaba entre el proletariado chileno, dieron marcha atrás para apoyar al candidato radical Pedro Aguirre Cerda, junto con el grueso de este partido, mientras que la Unión Socialista, el Partido Radical Socialista, el Nascismo, y otras fracciones, incluso grupos del Partido Radical persistían en mantener la candidatura del general Ibañez. Por su parte, el Partido Socialista apoyaba, aparentemente, el nombre de su líder Marmaduke Grove.
El candidato definitivo que sostendría el Frente Popular fue designado en la Convención general de todos los partidos que lo integraban, la que se reunió en Santiago de Chile en Abril del año actual. Esa Convención fue una derrota para los organismos propiciadores del general Ibañez, que se vieron rechazados de la misma, tal era la repulsión que el nombre del sombrío personaje provocaba entre la masa del pueblo. En la Convención los socialistas se sometieron bien pronto a los intereses burgueses y retiraron su candidato a favor del radical Aguirre Cerda, terrateniente vinculado a la industria viñatera el poder de la aristocracia chilena, quien había anteriormente entregado a la Standard Oil concesiones especiales en Chile. Finalmente éste resultó electo.
Por su parte los que sostenían al general Ibáñez no se dieron por vencido y, a pesar de todo, mantuvieron su candidatura formando a tal efecto la Alianza Popular Libertadora que pretendía ser una réplica de la que con nombre parecido se había organizado en el Brasil. Desde entonces la lucha entre las dos candidaturas de “izquierda” fue acérrima y en ella sólo se buscaba una “unificación” que favoreciera a Ibáñez, lo que la reacción contraria del proletariado hacia imposible.
Cerrado el camino a su candidatura por el frente popular, Ibáñez, con el concurso de los elementos fascistas que los apoyan y creyendo contar con parte del ejército, ensayó un golpe de mano el 5 de setiembre último, día en que grupos de sus partidarios se apoderaron de algunos de los edificios de Santiago, atrincherándose en ellos para hacer frente al gobierno de Alessandri y provocar su caída. Este “putsch” sin embargo fracasó, e Ibáñez y sus partidarios, entre ellos el jefe nascista Gonzalez von Marre, cayeron presos.
¿Qué podía hacer ahora el incansable general Ibáñez? Sólo un camino le quedaba y es el que siguió: apoyar con los partidos que lo auspiciaban, al candidato del Frente Popular, el triunfo del cual ha provocado una verdadera expulsión de jubilo en la engañada masa trabajadora chilena. Hoy esta masa, que hasta ayer lo repudiaba, asocia el nombre de Ibáñez a su pretendido triunfo, al que en gran parte atribuyo al apoyo del citado general, reivindicando así su nombre y dándole su simpatía. El Frente Popular, pues triunfó en Chile con el apoyo de los fascistas, de los ibañistas y de otros tenebrosos elementos reaccionarios. Esta ha sido la pretendida victoria de la “izquierda”.
De todas maneras, no puede dejar de reclamarse que la forma en que el pueblo recibió el triunfo del Frente Popular, creyendo ingenuamente que en realidad era su triunfo, no dejó de alarmar a amplios sectores de la burguesía de Chile, que manifestaron abiertamente sus temores sobre la posibilidad de que el sufrido proletariado de ese país fuera a romper el freno de sus jefes reaccionarios y tratara de hacerse justicia por su propia mano. El candidato triunfante, por eso, tuvo que hacer declaraciones repetidas veces, recordando a sus partidarios que no se proponía ir contra el orden, la constitución, la ley, la familia y la propiedad. También dijo claramente que daría un trato benévolo al capital extranjero y elogió la política de “buen vecino” y al presidente Roosevelt. Y para ayudarlo a dominar las fuerzas que había desencadenado su demagogia, los mismos elementos de derecha que habían sostenido la candidatura de Ross Santamaria, resolvieron apoyarlo para evitar, según las palabras de su representante, el senador Meza, la posibilidad de una “revolución social en Chile”. Los mismos conservadores han comprendido al final, que precisamente el Frente Popular es el mejor medio para defender sus intereses en los momentos críticos por los que están pasando.
Frente al engaño del Frente Popular, cabe destacar la actitud de los compañeros bolcheviques leninistas del Partido Obrero Revolucionario, los únicos que en Chile se han mantenido dentro de una línea de lucha de clases y fieles a los principios del socialismo, quienes, en un acto especial y tomando una posición que tuvo gran repercusión entre el proletariado, proclamaron una candidatura de clase: la del líder socialista Marmaduke Grove, junto con nuestro camarada Magallanes Díaz Treviño. Aunque su número es aún poco importante, en ellos están las esperanzas del proletariado revolucionario de Chile y no han de defraudarlas a pesar de la persecución y difamación de que son objeto, lo que arreciara con la llegada al poder del Frente Popular, ya que en estas circunstancias, por intermedio del control del aparato de represión, los stalinistas pueden desempeñar el papel policial que ejercieron en España.
De todas maneras, el camino del Frente Popular en Chile ya esta señalado. También el actual presidente Alessandri llegó al gobierno en 1932 llevado por una coalición de izquierda y termino apoyándose en la derecha. El mismo final ha de tener el candidato electo Aguirre Cerda y, si el proletariado de Chile no lo impide, ese apoyo sobre la derecha que ya ha comenzado a hacerse palpable antes de tomar el poder, terminará dando paso a la encubierta reacción fascista del general Ibáñez que aprovechará la primera oportunidad que se le presente para cobrarse su participación en la “brillante victoria del proletariado” de Chile.
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