La primera vez que escuché en un campo deportivo nuestro ese sonoro ¡ceacheí! que por largos años identificó a los hinchas de la U, debe haber sido por los años 26 ó 27, en los Campos de Sports de Ñuñoa, en un Sudamericano de Atletismo.
Entonces las oficiaba de jefe de la barra chilena un deportista de interminable entusiasmo que ya casi nadie recuerda: Paco Vera. Y fue Paco Vera el autor de ese formidable grito que hoy es usual en todas las competencias internacionales en las que intervienen equipos o deportistas nuestros. Y una noche, en San Juan, para un Sudamericano de boxeadores novicios, me dediqué a enseñarles el grito a nuestros peleadores.
Los gritos, los pregones, los anuncios de los parlantes, todo, identifican en mis recuerdos campeonatos, estadios y locales donde se hace deporte. Por ejemplo aquel ¡Tiene mejor! de tantas tardes inolvidables en las grandes competencias atléticas del tiempo viejo. Y ese ¡Ceacheí! del Paco Vera evoca al tiro un sudamericano que les ganamos a los argentinos en Ñuñoa. Y esos mil quinientos del decatlón con Gevert, Jahnke y Cabello, cuando se estaba oscureciendo y las galerías florecían con miles de improvisadas antorchas, hechas con papel de diario. Mientras los argentinos alentaban a su mejor atleta con un incansable ¡Valerio, Valerio! nosotros romíamos con nuestro grito de guerra, el inmortal ¡Ceacheí!
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