Morrissey obliga a suspender competencia y ofrece intenso show



Anoche Morrissey fue intensidad pura. Y no sólo sobre el escenario, sino que también bajo los focos. Porque el inglés no sólo ofreció uno de los shows más rutilantes en lo que va de Viña 2012, sino que también provocó una de las situaciones más complejas de la actual versión de la cita: hizo valer su contrato, que establecía no salir más allá de la una de la madrugada, e hizo que los organizadores decidieran tomar la casi inédita medida de suspender la conferencia folclórica para adelantar su salida al escenario. Al final del show se despachó otro gesto inédito: no aceptó ninguno de los premios de la galería.

Lo que no lograron ni Luis Miguel ni Marc Anthony -que cerraron sus respectivas jornadas bien entrada la madrugada- si lo consiguió el inglés, con la venia de Chilevisión. La maniobra tuvo daños colaterales: molestos ante la decisión, todo el jurado se retiró de la Quinta Vergara, en solidaridad con los participantes. Juan Andrés Ossandón, productor musical y uno de los jurados, estatus que comparte junto a José Luis Perales, Francisca García-Huidobro, Cristián Sánchez y Manuel García, entre otros, reclamó en duros términos: "Nos retiramos en solidaridad, no era justo, porque a nosotros, de rebote también nos faltaron el respeto. Lo conversamos, decidimos retirarnos y se lo comunicamos a la producción y quedamos en libertad de acción. Yo también quería ver a Morrissey pero esto es más importante".

Eso sí, el también compositor exculpa al ex The Smiths y cree que la responsabilidad recae en Chilevisión: "Esto tiene que ver con la dinámica de la televisión, pero el canal tiene que tomar precauciones. La producción pecó de falta de experiencia, todos le van a echar la culpa a Morrissey, pero el gringo no tiene la culpa, el sólo hizo valer su contrato. Todo lo que pasó es por falta de experiencia".

En CHV, se limitaron a informar oficialmente sobre el tema que el equipo de Morrissey pidió salir a las 00.30 para instalar los equipos y la producción, luego de conversarlo con la comisión organizadora, accedió.

Desde su llegada a la Quinta, a las 00.50 horas, el cantante demostró su carácter e impuso sus términos. Por ejemplo, su staff pidió que no hubiese personeros técnicos ni personas ajenas a su circuito en las cercanías de su camarín. También solicitó que toda la comida chatarra y derivada de la carne desapareciera del backstage o, al menos, fuera tapada.

Pese a los percances tras las cámaras, en escena se vivió una verdadera celebración. Tras un extenso momento donde sus técnicos ajustaron todo su montaje, el británico apareció vistiendo camisa roja y jeans azules, arrojándose al suelo en su estilo teatral y secundado por un conjunto de cinco músicos. El griterío fue inmediato, con una Quinta Vergara convertida en una réplica a gran escala de la discoteca Blondie, con jóvenes de jopo, lente grueso, facha oscura y espíritu melancólico.

"¡Viña del Mar!", gritó el cantante como una suerte de bienvenida. Y el abrazo absoluto vino con I want the oneI can´t have, de su vida ochentera junto a The Smiths. Pero la euforia absoluta, y la mejor muestra de la intensidad de su performance, vino con First of the gang to die, una de sus mayores gemas en el nuevo siglo. La comunión ya estaba cerrada. "La bondad de Chile es demasiada para mi corazón", fue la frase que vino de vuelta. Dos de sus mayores creaciones, There Is A Light That Never Goes Out y Everyday is like Sunday, marcaron una de las cimas de su espectáculo. Igual que Let me kiss you, donde se sacó la polera.

En la partida y aunque el público era inusual para su tipo de espectáculo, el miembro del jurado, Daniel Muñoz recibió una sorpresivamente cálida recepción. El artista, acompañado por varios conjuntos de cueca -incluyendo su banda habitual, los 3x7 veintuina- se encargaron de la obertura. Los aplausos abundaron y el actor se llevó una antorcha de plata y un bis. Acto seguido salieron del escenario, . Las pifias no se hicieron esperar y continuaron durante comerciales, acompañadas de palmas de cueca.

"El público quería más. Teníamos miedo de presentar este espectáculo en mitad del show. Decidimos ir al comienzo, fue nuestra opción. Estamos felices. Hubiese sido bonito acumular más trofeos, pero lo de la gente ya es un premio", dijo Muñoz tras el show.

Un segundo impasse se vivió cuando Salvatore Adamo, el primer número formal de la jornada, salió al escenario y tuvo problemas de sonido. Una vez solucionado el tema, el ítalo-belga cambió los abucheos por aplausos. Al cabo de casi exactamente una hora y media de show, el saldo de premios fue antorcha de plata y oro, más gaviota de plata. El cierre definitivo fue con Mi gran noche. Poco después de los inconvenientes de audio, el director de la orquesta del Festival Carlos Figueroa tuitió que los problemas de audio fueron responsabilidad del equipo del cantante y no de Chilevisión.
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